Son primaveras agazapadas esperando nacer
del vientre tibio del mundo.
Se esconden en los dobladillos de las enaguas
a salvo del viento juguetón
y de las hadas que cambian las cosas de sitio.
Son el pasado del futuro,
la mitad de lo otro,
las manos de los ciegos,
la calma de las tormentas.
Son todo y nada al mismo tiempo,
arrecifes deshabitados,
peces sin colores,
conciertos sin orquesta.
Son el tú y el yo,
los sueños que nos atormentan,
cascabeles sin rumbo fijo,
el silencio que no sabe qué decir.