No amé

Esta añoranza sin dolor

lejos de alegrarme el día

me remueve de un modo inquieto

y pone en mi mente un pensamiento:

“no la amé”.

Mi corazón,

después,

en defensa propia,

desmiente el pensamiento

y esgrime razones

-impropias de su condición-

que pretenden convencer

de un amor sin argumentos.

“Sí, amé”, miente.

“No lo recuerdo así”, le contesto.

Se rinde.

Venzo.

No amé.

No la amé.

No te amé.

Lo siento.

Deja una respuesta