El silencio se ha quedado prendado de tu voz.
Ha asistido como espectador al despliegue de notas,
a la musicalidad de tus cadencias,
a los tonos que se alzan o se repliegan,
a la danza que sale de tu boca.
Ha preferido el silencio escuchar tu modo de hablar,
con envidia de su amplio espectro de intensidades,
matices, curvas y músicas.
Te ha oído alelado, sorprendido, ido.
Ha sido más silencio.
Silencio completo.
Se ha dejado embriagar por tus sonidos,
por la modulación juguetona o seria,
por la donosura de variaciones,
y por el amor,
que es materia prima de la voz
con la que emites tus palabras.
Francisco de Sales