Diorexia

En su mundo deshabitado faltaban los besos exiliados,

las caricias, ahora dolientes, y las miradas, hoy rocosas…

En su mundo insano

no estaban las canciones de borrachos,

los ojos asombrados, la boca de sonrisa florecida…

En su mundo loco

competían llantos contra manos,

ruidos contra luces,

espadas contra corazones.

Así comenzó su descalabro:

malviviendo en la zozobra

de una ciénaga sentimental,

y arrancándose el futuro a golpes,

destartalándose continuamente

en un sin vivir incierto;

rodeado de fugas y desaires,

amortajado en vida.

Nunca se arregló.

Siguió hundiéndose cada día

en la locura imperfecta

que le dio asilo.

Francisco de Sales

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