Ángeles difusos tonteando con la luna.
Esa es la imagen imposible del cuadro imposible.
Preparabas los lienzos con decisión.
Desempolvabas los pinceles con maestría.
Soñabas un trazo en el aire, como si fuera cierto.
Cerrabas un ojo, medías perspectivas… dudabas.
Untabas el pincel en los lagos de colores.
Los Ángeles difusos no se estaban quietos.
Tonteaban con la luna.
Los trazos eran inútiles nada más insinuarlos.
Te hubiera gustado un detalle de disciplina.
Que se aquietaran por lo menos la brevedad de un instante.
Que se solidificaran rígidos, como estatuas.
Así se podría captar su nubilosa esencia.
Podrías plasmar lo oculto de lo externo.
Lograrías resumir en el lienzo una milésima de segundo.
Y mostrarlo así a los incrédulos, a los ciegos de fantasías.
Los Ángeles difusos siguen aleando.
Te miran en sus juegos con ojos compasivos.
Entonces dudas.
Quizás tú tampoco les estás viendo.
Crees que ahora sueñas con los ojos abiertos.
Todo fue nada.
Son Ángeles difusos…
Francisco de Sales