El sol
acaba de ser derrocado
por un ejército de nubes negras
que amenazan un diluvio
de aguas enfadadas.
El aire huye como viento
agitando árboles a su paso;
las hojas, inquietas,
desconocen su destino;
los papeles vuelan
aunque no saben volar;
hay un desorden desconcertado,
y unas miradas asustadas,
y unas prisas precipitadas,
y un alboroto de idas y venidas indecisas.
El sol,
apresado tras las nubes negras,
espera un hueco
por el que escapar.
Francisco de Sales