Heridas en la hierba

Por todos los campos del mundo

se esparcen los carriles de tierra

que marcan los arados al pasar.

Todos son iguales:

parecen cuchilladas

que abren el campo

dejando al descubierto

sus tripas de tierra.

La hierba se empeña

en reconquistar su terreno,

y se multiplica cuanto puede

para lograrlo.

Pero nunca termina de conseguirlo:

vuelve a pasar otro arado

y confirma su poderío.

La hierba sigue en su empeño,

sin rendirse por la afrenta:

así lleva haciéndolo casi desde que empezó el mundo.

Francisco de Sales

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