Llevan un rato cantando los pájaros.
Me han despertado irrespetuosamente
y se han instalado en mi ventana.
Quizás debería levantarme
y ahuyentarlos,
mandarles a un árbol con sus trinos,
despreciar la gama de tonos,
desestimar el muestrario de colores,
negar la ilusión de sus visitas,
y dejar a mi viejo malhumor
que convierta las excusas en razones.
Persisten.
Gracias a Dios.
¡Si supieran que no prefiero su ausencia!
Francisco de Sales