El cielo se puso melancólico.
Se adornó con nubes color plata vieja
que prometían una tormenta.
El sol,
sólo un rayo,
puso la nota humana.
Poco después
el suelo se hizo nieve
hollada más tarde
por pisadas anónimas.
El frío,
dueño del aire,
campó ancho y gélido.
La oscuridad quiso ocupar
todo el espacio,
y lo llenó.
La última reminiscencia de luz
emitió su estertor final.
Se presagiaba una noche eterna.
Francisco de Sales