Parece mentira: tanto tiempo para llegar hasta hoy.
Parece mentira cómo parece que nada existió.
Sólo las fotos me convencen del pasado:
en ninguna otra parte está.
No puedo tocar mis dieciocho años.
No están aquí aquel domingo… ni tus besos.
Siempre creeré que mi infancia fue en blanco y negro.
Y aquellas músicas… ¿las soñé?, ¿las oí?, ¿las fingí?
y aquel sitio… ¿lo creó Dios o mi imaginación?
Heme aquí atrapando presentes como loco,
clavándolos a mí para creer en su existencia,
queriendo asegurarme que hoy sí, voy, soy, estoy…
pero, ¿adónde?, ¿quién?, ¿dónde?
El impertinente preguntón que asilo dentro de mí,
el inquisidor de fruslerías y vacuidades,
creador de distracciones y frustraciones,
no se conforma con que muchas veces
le dé la más elaborada respuesta, la mejor,
la sabiduría condensada al máximo:
el silencio.
¿O acaso existe otra forma de decir más con menos?
Francisco de Sales