Quisiera morir dulcemente
en unos brazos de algodón;
despedirme de la vida
oyendo O mio babino caro;
besar a cada amigo que es mi hijo,
a cada desconocido que es mi hermano;
llorar un llanto compungido
que agotara mis lágrimas;
añorar a mi madre,
perdonar a mi padre;
escribir una carta de despedida
liberando mis secretos prisioneros;
acariciar a una joven,
mirar a un niño;
reconocerme en las fotos
que cuentan mis vidas;
releer las poesías que escribí,
y entristecerme por las que no escribí;
repartir mi corazón,
sonreír a todos;
dejar una huella invisible
de mi paso efímero,
y…
lamentarme por lo poco que amé
de cuanto pude haber amado…
Francisco de Sales