El amor de enamorados es una guerra
a dos redenciones y dos rendiciones.
El amor siempre se alimenta de ser amor.
No tolera otra cosa distinta, no asimila otra.
Se nutre de contactos, de abrazos, de momentos juntos.
Crece al ritmo del tiempo: cada instante, cada día.
Se enamora del otro como fin único de su vida.
Persigue, felino, la sombra del amado,
silenciosa y constantemente.
Taladra murallas, deshace barreras, rompe obstáculos.
Salta por sobre todas las situaciones y desengaños.
Vive aferrado a la vida que todo amor emana.
Clama ansioso, persiguiendo carcajadas y futuros juntos.
En los oídos vierte esencia de caricias y mimos.
Y a los ojos que atrapa, encandila y hace danzar.
Por la boca esparce besos, halagos, sonrisas.
En el cuello deja roces engalanados, miradas, brisas.
En el futuro siembra colores multicolores, y brillos,
esperanzas, serpentinas y confetis…
El amor de enamorados se emociona con cada guiño
que las pestañas revolotean y abanican.
El amor de enamorados se llena de promesas a dos voces,
de ojos que miran y se miran como espejos,
como uno quiere ser el otro y el otro ansía ser uno.
Francisco de Sales