El anciano comenzó a cruzar la calle.
Al otro lado esperaba ella.
Unos pasos más y podría besarla,
cogerla del brazo,
como buenos ancianos,
y emprender a paso lento
el camino del breve futuro;
unos pasos más
y comenzaría la etapa soñada,
diseñada con mimo,
deseada con ansia;
unos pasos más
y le crecerían alas en el alma.
A partir de entonces
todo tendría otra vida.
Unos pasos más
y comenzaba el porvenir.
Unos pasos más…
sólo unos pasos más…
Francisco de Sales.