De tanto no

Como si el frío y él fueran uno,

o fueran un matrimonio extrañamente bien avenido.

Como si una roca hubiera derrocado a su corazón

y sus sentimientos fueran, lógicamente, de roca.

Como si las palabras que hablan de amor fueran mudas

o su boca estuviera incapacitada para pronunciarlas.

Como si fuera extranjero en su alma

y apátrida en los besos y las emociones.

Así vivía.

Por eso,

de tanto no usar la palabra amor,

cuando una vez la dijo,

tenía telarañas.

Francisco de Sales

Deja una respuesta