Tengo cinco minutos
para llegar al punto final
y aún no sé el camino,
sólo sé que hay que escribir y escribir,
rellenar cada uno de los renglones
-preferiblemente con un buen relleno-
para que me acompañes con interés
en esta aventura para dos,
este discurrir por las rectas líneas,
una tras otra y tras otra,
hasta poder concluir diciendo
me gustó o me engañaron,
este autor no es un autor,
me estafaron con el título,
qué lejos veo el punto final,
no sé si podré aguantar
o si es mejor dejarlo ya,
en este mismo momento,
sin esperar a que se acabe,
aunque sigues leyendo,
por si al llegar hay una frase
-contundente y gloriosa-
que compense el esfuerzo.
Pues no sigas.
Ya te digo yo que no la hay.