El amor, a veces,
muestra su peor cara,
esa que esconde cuando se presenta.
Es hábil callando los estragos que causa
con su posterior desaparición.
El amor es el cebo, el dolor la realidad;
el mismo dolor que me impide
la ecuanimidad de la objetividad.
Te encontré con todos tus vacíos de amor
y tuve que llenarlos con el mío,
así que ya no me queda amor
y ya no puedo amar más.
Entenderás mi frustración.
Me despido del amor hasta otra vida.
“El amor no existe”, concluyo.
Es la máscara del desamor.