Un llanto.
Siempre seguía un llanto
a cualquier pequeñez,
al más inocuo pensamiento,
a mi más insonoro suspiro.
Estaba muy sensible.
El silencio me torturaba,
la noche era mi verdugo,
el desamor mi hermano
y el llanto… continuo.
Amé.
Nunca tres letras dolieron tanto.
Sobrevaloré el pasado.
Espanté la alegría con mi tristeza.
Se enmoheció todo lo maravilloso.
Sufrí cada minuto realmente.
Vivo en el dolor.
Muero en la vida.
Estoy muerto en mi vida.