Acaricio
tu ausencia
con mis lágrimas.
Me duele el pasado.
Pero no sé cuánto ni dónde.
Es sólo una idea pretenciosa
que me dicta el alma.
Me duelo todo.
Así queda mejor.
Así caben también las noches en vela,
los rasponazos de la añoranza,
el frío de tus últimos besos,
la eternidad de mis dolores,
los gritos que me callé,
mis oraciones y mis maldiciones.
“Injusticia”,
oigo dentro de mí.
“Amor”,
respondo.
Y se impone el silencio.