Amó
desordenadamente,
con la inexperiencia propia de su poca edad,
con el desatino correspondiente
y siempre de modo equivocado.
Amó
entre tinieblas,
sin entender las señales recibidas,
sin decir las palabras atinadas.
Amó
como aman los que no saben:
con la cabeza.
Amó
destrozando corazones,
matando ilusiones,
ahuyentando al amor.
Amó
del modo que debiera estar prohibido.