La sábana oculta casi todo de ti
excepto tu cabello desordenado
y una perfecta pierna con su nalga.
Y no veo nada más.
Hace unos minutos batallábamos
y la sábana esperaba en el suelo.
Duermes.
Eso parece.
Respiras como un bebé.
Una bebé.
Se ha amansado la fiera
que poco antes se enroscó en mi cuerpo
y luego me dio la vuelta
y me amó.
Te miro con ternura.
Con ansia.
Espero a que te despiertes
y me ames de nuevo.