La calma lenta que agoniza en tus ojos
miente una satisfacción que no te pertenece.
Si las lunas que te ocultan me quisieran
abrirían en silencio sus ventanas torturadas,
para mostrarme su vientre desocupado de ti,
el muro mudo que no te contiene presa,
presa de ataduras sofisticadamente nulas,
el cielo destapado, cierre inútil,
la puerta mentirosa que no existe
y el espacio reservado para el suelo que no pusieron.
La mentira despiadada que usas sin codicia
es tragedia resentida, es tormenta anunciada,
es nube negra, infierno, amenaza, chaparrón.
La mentira alimentada con certezas contrarias
me avasalla a gritos y empujones,
me regala un mundo de rebaja con descuentos,
me pone firme frente a la impávida bandera.
Si te quiero, a mi pesar y mi dolor,
es por muda explicación que anuncia caminos,
atajos abruptos, enfangados, largos y estrechos.
Si te quiero es porque mi mente irrespetuosa
desobedece al pensamiento cierto que acumulo
me engaño a dos manos, a dos engaños,
a dos voces, aguda y muda, de lamentos.
Espero reaccionar algún amanecer lejano
cuando ya no me insistas en tus apremios,
ni me reclames ratos que son míos, para mi uso,
ni me indiques lo que no hago, escucho, leo,
ni me cuentes más historias de falsedades y miedo.
Lo pregono desde este absurdo desvarío.
Francisco de Sales