Estuve inquieto
durante todo el día.
Me incordió continuamente
una malvada sensación,
un temor sin razón,
una culebra en las tripas,
un maldito veneno.
Mi pensamiento no fue capaz
de encontrar el origen.
El corazón lo calló prudentemente
para no alterarme más.
Aún todavía,
de vez en cuando,
regresa tu fantasma,
me ataca
sibilinamente,
y me mata
sin dejar huella.
Francisco de Sales