Descárgate de la culpa.
Deja la pesada carga a mi lado,
y tus penas y tu huida,
y acércate hasta el cielo de tu sueño.
Repárate sin prisa.
Reconcíliate contigo.
Ordena tus ideas dislocadas,
y los caos embaucadores,
y el pasado desperdigado.
Siéntate en el infinito.
Calma tu latido desmesurado,
deposita este beso en su nido,
extiende la alfombra nupcial
en el falso país que te corresponde:
el de los límites de la expansión.
Absuélvete sin penitencia
y borra las huellas de tu culpa
del libro de las quejas.
Dios te sabrá valorar.
Francisco de Sales