Partiré de tu corazón
con el llanto enfebrecido
la memoria cargada de recuerdos
y el porvenir destrozado.
No quisiera mirar atrás
pero sé que será imposible:
estás tan unida a mi vida
que eres mi luz y mi respiración.
Por eso,
cuando emprenda el exilio
no podré evitar un llanto enrabietado,
ni podré amansar mi corazón,
ni engañarme con consuelos.
El mundo será otro,
los amaneceres no hablarán de mí,
los pájaros sólo cantarán un Réquiem,
y la luna llorará conmigo.
Francisco de Sales