El amor es el peor de los infiernos
-dijo mirando hacia la nada-.
También es un apetecible veneno.
-añadió-.
Nunca me voy a enamorar
-sentenció sólo para tratar de convencerse-.
Casi prefiero el desamor
y no sé cómo justificar esto que digo.
He llorado lágrimas de todos los tamaños
y todas las intensidades
-dijo mientras recogía la que estaba brotando-.
El amor es una mierda.
El desamor es una mierda
-corrigió inmediatamente-.
Te odio
-confirmó a un incógnito destinatario-.
No mereces que piense en ti
-reprochó reprochándose-.
Adiós.
Y siguió mirando con desinterés la nada.