Esperando, desesperando

Estoy temblando de impaciencia,

urgiéndole prisa al minutero

para llegar antes al momento

en que suene tu voz al teléfono.

Tengo el pensamiento lejos:

en tu cuerpo inexplorado,

en tu corazón amoroso,

en tus vírgenes besos.

Mi inquietud me desconcierta,

me roba alma,

me mata mucho,

me impacienta.

Los días transcurren lentos,

a su paso de mundo viejo,

impasibles ante mis súplicas

y tus requerimientos.

Dentro de poco te espero,

en un día de sueños cumplidos;

victoriosos, pero inquietos,

nos encontraremos.

P.D.- Te escribo mientras espero tu llamada: no puedo estar quieto.

Francisco de Sales

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