Me llamas

Mi nombre

en tu voz

se convierte en épico y definitivo;

alcanza la gloria

y me llena de maravillas.

Mi nombre

en tu voz

adquiere grandeza;

se siente majestuoso

y me suena a bendición.

Me llamas

en sueños o buscándome,

con voz o sin ella,

desde la mirada

y desde el deseo.

Te escucho temblando, alegre;

una lágrima te responde

y yo me quedo extasiado

sintiendo su roce en mi mejilla,

sintiendo en mi corazón su discurrir tembloroso.

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