El horizonte pantagruélico

Hace no más de un instante

un sol altanero, chulo,

me quemaba impecablemente.

Implacablemente también.

Ahora

se lo está comiendo el horizonte.

No se deja, claro.

Con sus rayos de manos blandas

pretende agarrarse al cielo,

sobreponerse,

retomar el reinado.

El horizonte, voraz,

lo devora sin masticar

y lo esconde en su panza prodigiosa.

Mañana

tendrá que vomitarlo

y amanecerá poco a poco.

Francisco de Sales

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