Me acuerdo de ti aunque ya no estás conmigo.

O quizás es precisamente por eso.

Recuerdo tu figura menuda recorriendo la casa

y tus enfados porque no comían las niñas.

En realidad todo me recuerda a ti.

Te recuerdo sentada a mi lado,

agotada, rendida,

con las niñas acostadas

y la mesa recogida.

Acaricio cada noche, como un rito,

el lado que tú ocupabas

y mi mano recorre la lisura de la cama

añorando las curvas de tu cuerpo.

¿Por qué te fuiste?

No encuentro la mentira que te justifique.

Juro que te amé.

No hay expresión que lo explique mejor.

Que te amaba te lo decía con mis miradas.

Cogerte de la mano quería decir: te quiero.

Y estar sentado contigo, aún sin hablar,

hasta compartir una inquietud,

eran símbolos de amor.

Amar es la suma de los pequeños detalles.