Es una vida
varada en el tiempo quieto
de los relojes muertos;
apenas respira,
malvive sin luz ni brillo,
apagada, inválida, opaca.
Es una vida
en la que el corazón no late,
la sangre es vino turbio
y los pulmones son de piedra.
Es una vida
a medio gas,
sin esperanza ni carnavales,
más muerta que viva.
Es una vida
en un invierno insistente,
que se estanca en sus quebrantos
y llora en cada respiración.
Es un vida
que no vive la vida.