Si no lloviera tan funestamente,
no habría surgido esta tristeza.
Si no lloviera de una forma tan apenada,
no estaría debatiéndome ahora
entre mis congojas
tan dolidas,
y mis ganas de seguir indolente,
mi alma saliendo relativamente indemne,
y mi vida muerta venciendo de nuevo.
Si no lloviera como llorando,
no se hubiera despertado mi lluvia de pocas lágrimas.
Francisco de Sales