Hay silencios sabios
preñados de sí mismos,
llenos de historias calladas,
vacíos para escribirlos,
merecedores de ser respetuosamente callados.
Silencios tan ricos,
tan agradecidos,
tan discretos,
que uno puede confiarse a ellos
y enriquecerse de ellos.
Silencios de confidente,
de cómplice,
de secreto mudo.
Silencios irrellenables,
tan madres y tan puros,
que tocarlos es profanarlos.
Francisco de Sales