A cambio de uno sólo de tus besos,
el menos febril o el más insensato,
prometo iniciar una peregrinación
que me lleve a cualquier infierno.
No sé, Mari Luz, tus intenciones.
Si no es amarme,
en un presente imperativo de tu corazón,
con un futuro que no admita deserciones,
si no es un derroche inacabable de amor,
más amor de lo posible,
amor multiplicado por amor,
no sigo en este ruego portentoso
de tus besos tan imposibles,
ni solicitando limosna de amores,
ni naufragando en sueños imposibles.
Mari Luz,
progenitora de mis tormentos:
tu amor es mi vida.
Tu rechazo, mi muerte.
Francisco de Sales