Tienes muchos años.
Casi tantos como soledades.
Siempre estuviste solo
en medio de tu familia.
Siempre en la misma soledad,
infinita,
rodeado de los fosos
que tú mismo abriste a tu alrededor.
Ayer, más roto que otras veces,
te diste cuenta de tu futuro y,
por primera vez,
dejaste que las lágrimas
recorrieran los surcos marcados de tu piel.
He pensado, y pienso,
que a un hombre que es capaz de llorar
no se le deben pedir más explicaciones.
Francisco de Sales