Cascotes de ladrillos
que mueren sepultados en los escombros.
Bolsas de basura
que trasnochan en la calle hasta que los basureros
vienen a rescatarlas de su abandono.
Muebles tirados
sin pagarles los servicio prestados.
Papeles de regalo
que atesoraron ilusión hasta el momento oportuno,
ahora comparten prisión de plástico
junto a las cáscaras de naranja
y las botellas vacías.
Periódicos que mueren a las veinticuatro horas.
Un tarro de un maquillaje estúpido.
Pescado caducado.
Cadáveres desmembrados de pollo.
Este es el paisaje de este basurero.
Estas son las palabras renegadas por los poetas.
Francisco de Sales