No creas

No creas que los amores se alimentan sólo de deseos,

de gélidos futuros o de interminables dudas.

No creas que crecen al compás de los despropósitos,

El amor, los amores, los amados,

viven nada más que de ser ellos.

Viven de sonrisas que son risas.

Viven de vivir.

Viven.

Se mueren de apátridas y desconocidos,

de desganas y lejanías,

de tanto no ser;

se mueren hartos de hurgar entre las uñas, buscándose,

entre las grietas, buscándose,

entregándose en pareja equivocada, buscándose,

o buscando a sus espaldas, buscándose.

Y de tanto buscarse donde no se han perdido

se desesperan del ciclo, continuado, repetitivo: canso.

Amor muerto.

Más muerto que inexistente.

Más ausente que perdido.

Más siendo una lágrima que un mar de alegría.

Más risa rota, mueca inválida, tristeza perpetua,

que explosión de los instintos,

que cielo preñado de soles y estrellas,

que manos, lazos, abrazos, contornos, trazos.

Más fuga que fugaz.

Más Lucifer y menos lucidez.

Francisco de Sales

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