Callada la poesía,
aposentada en el libro,
a salvo de la edad,
siguió proclamando su belleza.
a pesar de que la página veinte le aplastara sin querer, cortándole el aliento
En su esencia,
fecundada de amor y de palabras,
acogía la historia esperanzada
de una novia enamorada que rememoraba a su amado.
tal amor, silenciado como pocos, se mantenía intacto entre los cuatro horizontes de la página
Sólo los ojos ávidos
de sus lectores ocasionales
la rescataban brevemente del encierro
para encerrarla nuevamente por destino.
un poco de aire, un poco de luz, y de nuevo al encierro.
Pero en tan breve tiempo
encandilaba los corazones
y arrancaba el llanto de las almas.
y guardaba como reliquias goterones secos de lágrimas espontáneas.
Francisco de Sales