Prefiero el infierno

Me llamó con su voz casi lastimera,

voz ronca y dolorida.

Me llamó por mi nombre secreto,

el que sólo conoce el Cielo;

me llamó de un modo tan claro, tan nítido,

que no dejó espacio para la duda.

Me llamó insistentemente.

Una vez, y esperó mi respuesta.

Otra vez, con otro tono más intenso.

La tercera, con notas de nervios y rabia.

Otra vez más, casi a gritos.

Me llamó mi conciencia.

Esa vez tampoco la quise escuchar.

Estoy harto de sus buenos consejos,

de los propósitos de beata,

de la paz y lo correcto.

Prefiero el infierno.

Francisco de Sales

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