No da para más
esta mi mente sin gobierno:
sólo para mal hilvanar
adjetivos adjudicados al azar
en frases que no han sido bien compuestas
sino descompuestas;
mis pretensiones de ser poeta
se quedan en inútiles pretensiones,
la maravilla ni me roza,
la inspiración sólo la tengo en el acto de respirar;
construir versos no se me da bien
por mucho y más que lo intente.
No sé porqué me empeño
en demostrar mi inutilidad.
Más me valdría rendirme
que persistir en el empeño;
demuestro mi torpeza en cada línea
lo mismo que mi pobreza de ideas.
Sería mejor que presentase mi dimisión
y me retirase al silencio.