Aquella infancia

En mi infancia,

cuando estaba aprendiendo el oficio de vivir,

no sabía que vivir acabaría siendo otra cosa.

No sabía que estaba aprendiendo

y no puse toda la atención

y no hice todas las preguntas

que podía haber hecho.

Más adelante me encontré de golpe con la vida

y fue un choque de trenes

que aún no ha terminado.

Mi memoria trata de rescatar

del fondo de lo imposible

lo que se me escapó entonces

y es una tarea ardua y dolorosa.

Concluyo con descubrir que el vacío era grande,

la tristeza un plato de diario,

y que la poca felicidad

la multiplica la nostalgia.

Tal vez entonces era feliz

con lo poco y lo nada,

sin saberlo y sin que eso me importase.

Tal vez la felicidad sea

que la felicidad no importe

y no sea motivo de frustración

su ausencia o su añoranza.

Tal vez haya que seguir

siendo eternamente niño,

vivir en aquella utopía,

desembarazarse de los problemas,

abrazarse al juego y la infancia

y quedarse allí…

por lo menos a ratos.

Muchos ratos.

Largos ratos.

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