Mi vida vacía
queda aún más vacía con tu marcha,
repentina y precipitada,
sin un presagio que lo insinuara,
sólo por la voluntad
de quien rige los destinos,
que tal vez hizo un cambio
de última hora
y te llevó en contra de todos
los que te amábamos.
Tu ausencia me duele.
Te has llevado
-y no te culpo por ello-
un trozo enorme de mi vida
y una gran parte de mi corazón.
La muerte parece que se ensaña conmigo
y me roba a demasiadas personas queridas.
No caeré en la inutilidad
de pedirle cuentas o de odiarla.
Ya le diré lo que le tenga que decir
cuando venga a por mí.