Vía muerta

Mi corazón se ha convertido

en una de esas estaciones de tren

donde nunca bajan pasajeros.

Me acicalo cada día

para estar a las puntuales 16:48

esperando la llegada del tren mixto pasajeros-mercancía;

pongo toda mi ilusión

en controlar los tres vagones

esperando que un día se abra una puerta y bajes

-aunque no sé quién eres-

y digas “por fin te encontré”

o cualquier otra demostración efusiva

y que me des un abrazo real

que esté a la altura del tantas veces imaginado,

o te enganches a mi brazo,

o me acojas en el tuyo,

y entremos juntos en la casa

que cada día arreglo para ti,

y que agradezcas el detalle

de las flores en el jarrón

-las cambio cada día-,

y que sientas la casa como tuya

y a mí como tu eterno amor.

Sí, lo sé, tienen razón los que dicen que estoy loca.

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