Lo he llorado todo.
No me quedan lágrimas,
pero sí motivos.
No sé cuál es el siguiente paso
ni cómo recomponer el alma,
ni cómo saber si el futuro
será amable y benevolente
o si me perseguirá implacable y malvado
hasta el fin del fin.
Quiero seguir llorando.
Lloraré sin lágrimas,
sólo con suspiros y con la imaginación,
una llanto seco pero expresivo
con lágrimas de aire invisible.
Llevo mi tragedia en silencio.
No comparto mis destrozos.
La vida repartió con injusticia
y casi todo lo malo me tocó a mí.
Sólo en eso soy agraciado.