Una lágrima,
cuando es de tristeza,
es un mundo concentrado
que cuenta un dolor inenarrable,
un dolor que de ninguna otra manera
se podría contar.
Una lágrima es sagrada,
depositaria leal de un sentimiento,
portadora real de amarguras,
confidente confiable.
Una lágrima rompe muros,
desnuda el corazón,
destapa lo más íntimo,
se lamenta, maldice, llora.
Una lágrima es una confidencia,
el jugo de un sufrimiento,
el idioma más humano,
un secreto que no se cuenta.