Los poetas son unos locos
que tienen su modo de ver sin domesticar,
tienen las emociones desatadas
y dejan la cordura en el perchero.
Son capaces de filosofar con sutileza,
de modificar el punto de mira,
de llamar a las cosas por su otro nombre,
de enamorarse de quien no existe
y verla en los escaparates,
en el revés de una hoja
o emergiendo de una tormenta.
Así les va,
que tienen los pies en el cielo,
la cabeza en otra parte,
la imaginación a mil por hora
y el corazón sobresaturado.
Son felices hasta cuando hablan de su infelicidad.
Son una raza sin ataduras
en peligro de extinción.