Transcribo como puedo
este torrente-torbellino-tormenta
de pensamientos desbocados
que corren más que mi pluma, más que mi mente.
Apenas paro a poner el punto
y no siempre aparto el aparte, porque todas las palabras
quieren inmortalizarse en tinta,
formar parte de este tropel indisciplinado,
en el que prima el atropello y la cantidad sobre la calidad.
Fluyen y confluyen en esta avenida que formo con palabras,
en este río literario impuro, este nada decir diciendo algo,
este silencio ocupado, esta noche mal parida.
Transcribo sin ocuparme del caos,
no me responsabilizo del desbarajuste,
de la vacuidad de las ideas,
de la pretenciosidad alborozada
y el total vacío de esta pseudograndilocuencia.
No soy yo quien maquina todo esto,
sólo soy el escribiente sumiso
que atrapa los desquicios según nacen
y pone en columnas militares este caótico desorden,
esta tropelía de vacuidades,
este juego de malabares con palabras
que desconocen su origen y su destino.
Será mejor que regrese a mis cuarteles de invierno
y no comparta más dislates
de este mente desorganizada.