De pronto,
el mar cambió de color,
el sol apagó su calor,
la tierra giró al revés.
De pronto,
los silencios gritaron,
los gritos se callaron,
se hizo de noche a mediodía.
De pronto,
todas las bocas se cerraron
y los árboles huyeron asustados.
De pronto,
se abrió un abismo
y el mundo se tragó a sí mismo.
Dios había muerto.