Está donde no se puede volver

“¿Por qué vivo?”, se pregunta.

“No recuerdo”, se contesta.

Se quedó en el pasado.

Su cuerpo,

por su cuenta,

siguió sumando años.

Los otoños preguntaban por ella.

“No está”, era siempre la respuesta.

No llegaba con el amanecer,

no aparecía en los espejos,

tenía un futuro en blanco.

No volvió

a recoger su fracaso,

a darse el pésame,

a enarbolar la bandera de su paz

ni a cambiar los calendarios.

Allá sigue,

divorciada de su cuerpo,

asomada a una ventana

viendo pasar el tiempo,

distraída esperando su muerte.

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