Invasor

Habitante inquieto de mi indiferencia,

tú que te alimentas de nubes y de nostalgias,

tú que rezas cada noche al demonio;

payaso embutido en un corsé envenenado,

no dejaré que construyas fuertes en mi alma,

no permitiré que te inmortalices en mi aire.

Habitante maldito de mi inquietud,

tú que aprovechas los momentos de descanso

para azuzar tus tropas y acecharme,

mientras yo, corazón en vilo,

sólo quiero tu ausencia.

Habitante brusco, destripador de vidas,

¿nunca descansas?, ¿nunca mueres?

Harto estoy de tu insistencia fraudulenta;

no quiero más cristales rotos en mis sueños

ni más hielo en mis pasos.

Sólo quiero oírte decir adiós

y ver cómo te alejas para siempre.

Francisco de Sales

Deja una respuesta