En esta etapa anciana de mi vida
peleo ferozmente con el olvido
para que no me arrebate todas las vivencias
y las esconda en su negrura.
Cada vez me aferro con más fuerza
a mi presente menguante
y cada vez necesito más
saberme vivo
y viviendo.
Y ya que mis anteriores etapas
se fueron a aposentar en el pasado,
y no volvieron más que fugazmente
a lomos de un etéreo recuerdo,
resumiendo mi vida en unos segundos,
-tantos años reducidos a casi nada-
ahora me empeño en repetir cada cosa
una vez, otra vez, otra,
vivir cien veces el mismo ocaso,
romper cien veces la misma ola,
cien veces aspirar el aroma de un café,
cien veces Verdi y cien veces Mozart.
Insisto en los presentes intensos,
en sacarle el jugo a cada segundo,
en ansiar más soles
y en petrificar el ahora.
Me aferro a las nubes con las uñas
y a la vida con desesperación;
vivir viviendo es, más que un lema,
mi deseo y mi vocación.
La vida,
que siempre estuvo,
hoy se me muestra más completa,
más viva,
más de carne y hueso,
más intensa.
Llena de perfumes y de sonrisas,
poblada de niños y belleza,
al alcance de mi mano,
invitándome a seguir en ella.
Francisco de Sales